Credits: Article and images by Cheryl Chia @ Revolution Watch Magazine. See the original article here - https://revolution.watch/mxl/breguet-classique-chronometrie-7727-en-the-revolutionary-list-relojes-tecnicamente-brillantes/
Este año, Revolution cumple 20 años. Dos décadas de crónicas sobre relojes, personas e ideas nos han dado un asiento en primera fila para una historia extraordinaria: cómo un oficio ancestral ha preservado su alma y se ha reinventado para el siglo XXI. Para celebrarlo, hemos elegido hitos que, para nosotros, definen la era hasta ahora.
El Breguet Classique Chronométrie 7727 es uno de esos relojes que inevitablemente surge cuando se aborda el tema de Breguet. No por ser ornamentado o complicado, sino porque constituyó un auténtico salto adelante, del modo en que ocasionalmente había logrado el propio A.-L. Breguet en su época. Fue presentado en 2013 y casi inmediatamente reconocido como algo diferente. Tomó la estética más clásica y la fusionó con innovaciones propias de la época actual.

En su corazón late un movimiento de alta frecuencia, el Calibre 574DR, que funciona a 10 Hz, o 72,000 vibraciones por hora. Esto fue posible gracias al uso de silicio para los componentes de regulación más críticos. Los dos espirales del volante están fabricados en silicio, lo que garantiza una respiración concéntrica e inmunidad al magnetismo, mientras que la palanca y la rueda de escape son también de silicio, reduciendo la inercia y funcionando sus superficies con una fricción mínima. Esto hace viable un escape de 10 Hz para el uso diario. Pero el silicio por sí solo era solo el principio. La verdadera innovación estaba en los pivotes magnéticos del volante.

Dos microimanes están colocados en las contraperlas del eje del volante, uno deliberadamente más fuerte que el otro para crear un gradiente magnético. Este flujo mantiene un extremo del eje en contacto constante con su contraperla, mientras que el otro extremo se mantiene suspendido, perfectamente centrado por el campo magnético. Al tener solo un punto de contacto, la fricción se minimiza, y dado que la fuerza de centrado es uniforme en todas las orientaciones, la marcha se mantiene consistente en todas las posiciones. Si un golpe desplaza al eje de su centro, el gradiente magnético actúa como un paracaídas, atrayéndolo instantáneamente de vuelta al punto de flujo máximo. El resultado es un volante que es estable en su marcha e inusualmente resistente a los choques. Estas mejoras no fueron meramente teóricas. El reloj fue certificado con una desviación de entre –1 y +3 segundos por día, y en 2014 fue galardonado con la Aiguille d’Or en el Grand Prix d’Horlogerie de Genève (GPHG).
Todo esto se presentó con una forma tan clásica como su nombre. La caja, de 41 mm, luce el bisel estriado y las asas soldadas que han sido señas de identidad de Breguet. La esfera es un lienzo de oro plateado con seis motivos distintos de guilloché grabados a motor y agujas azuladas a la llama. A las 12 se sitúa la pequeña segundera y a la 1 una manecilla foudroyante de silicio que completa una vuelta completa cada dos segundos.

Pero si hoy, más de una década después, se recuerda al 7727, es menos por su superficie que por lo que intentó lograr. Muy pocas marcas han asumido el riesgo de “reingenierizar” los fundamentos de la relojería y aún menos se han aventurado a utilizar el magnetismo como una herramienta para la cronometría. El 7727 lo hizo mientras, de todos modos, parecía un Breguet de la más fina línea clásica.
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