Credits: Article and images by Israel Ortega @ Revolution Watch Magazine. See the original article here - https://revolution.watch/mxl/audemars-piguet-nuevas-texturas-para-los-tourbillones-volantes-code-11-59/
En el mundo de la alta relojería, pocas maisons tienen tanto peso —o ligereza de toque— como Audemars Piguet. Este año, cuando la Manufactura de Le Brassus celebra su 150 aniversario, ha decidido honrar el pasado no con nostalgia, sino con una audaz apuesta por el color, la energía y el poder perdurable de la naturaleza. Aquí tiene el CODE 11.59 Selfwinding Flying Tourbillon, ahora vestido con tres carátulas de piedra: raíz de rubí, sodalita azul y malaquita verde.
No son solo esferas. Son talismanes. Cada fina lámina de piedra ha sido meticulosamente cortada, pulida y colocada dentro de una caja de oro de 18 quilates que parece vibrar con la energía de la gema elegida. Con el rojo ardiente de la raíz de rubí, el azul celeste profundo de la sodalita y las exuberantes estrías verdes de la malaquita, Audemars Piguet ha creado relojes que parecen menos accesorios y más universos en miniatura en la muñeca.
Las carátulas de piedra no son una novedad para Audemars Piguet. La marca comenzó a experimentar con ellas en la década de 1960, un periodo en el que los diseños atrevidos e inusuales reinaban en la relojería. Sin embargo, su resurgimiento actual se percibe de forma diferente: más deliberado, más simbólico. AP ha obtenido la raíz de rubí de Tanzania, la sodalita de Brasil y la malaquita de Zambia, y ha infundido a cada referencia un sentido de lugar y propósito. No se trata solo de materiales. Se dice que la raíz de rubí irradia vitalidad y protección; la sodalita transmite calma y claridad; la malaquita favorece el crecimiento y la transformación. El resultado es una colección que contiene en su interior un peso específico de eternidad.
La resonancia emocional de estos materiales puede seducir el corazón, pero la mecánica que hay debajo seduce la mente. En su interior late el Calibre 2968 de la Manufactura, un tourbillon volante automático ultrafino que mide solo 3.4 mm de grosor. Lanzado por primera vez en 2022 en el Royal Oak RD#3, este calibre ha sido miniaturizado y refinado para la caja de 38 mm del CODE 11.59, un tamaño elegido deliberadamente para resaltar su versatilidad y facilidad de uso.
Los tourbillones volantes suelen ser dominio de los relojes más grandes, donde el espacio permite que la complicación respire. Sin embargo, en este caso, AP ha logrado una hazaña de ingeniería mágica. La jaula del tourbillon de titanio, equipada con un accionamiento periférico, parece flotar con elegancia a las 6 en punto. Sin ningún puente superior que obstruya la vista, la jaula gira como si estuviera suspendida en el aire, y su delicado movimiento contrasta hipnóticamente con la quietud de la esfera de piedra que hay detrás.
El escape de alta amplitud garantiza la fiabilidad y la precisión, mientras que el accionamiento periférico minimiza el peso, lo que permite al tourbillon bailar con elegancia. Es un rendimiento que no se mide en notas, sino en vibraciones: 21,600 cada hora, para ser exactos.
Audemars Piguet no se ha limitado a elegir piedras espectaculares. Cada metal de la caja se ha combinado para realzar el carácter de su carátula. La raíz de rubí está engastada en frío oro blanco de 18 quilates. La calidez del oro rosa enriquece la sodalita azul. El brillo del sol del oro amarillo intensifica las vetas verdes de la malaquita. La armonía es casi pictórica, como si cada reloj fuera una composición en la que la piedra, el metal y la mecánica cantaran al unísono.
Todas las superficies han recibido el característico acabado alternativo satinado y pulido de la Maison, un juego de texturas que hace que la caja brille con una sutil complejidad. Las manecillas y los índices de oro, recubiertos de material luminiscente, garantizan la legibilidad sin sacrificar la elegancia. Las correas de piel de cocodrilo a juego —rojas para la raíz de rubí, azules para la sodalita y verdes para la malaquita— completan el conjunto. Para aquellos que prefieren un estilo más informal, hay disponibles correas intercambiables recubiertas de caucho.
Uno de los aspectos más fascinantes de este lanzamiento es su conexión con la histórica búsqueda de la miniaturización por parte de AP. A principios del siglo XX, fueron los relojes de mujer —pequeñas creaciones, a menudo similares a joyas, que se llevaban como colgantes o broches— los que impulsaron la innovación de la marca. Hacer que las complicaciones fueran más pequeñas, ligeras y fáciles de llevar se convirtió en un reto determinante, que AP sigue persiguiendo hoy en día. El nuevo tourbillon volante de 38 mm es un descendiente directo de esa tradición: una alta complicación destilada en una forma que resulta a la vez moderna y atemporal, técnica y poética.
Es tentador describir estos relojes simplemente como objetos de belleza, y sin duda lo son. Pero también son objetos de conexión. Quien lleva en su muñeca rubí, sodalita o malaquita no solo lleva un reloj, sino un fragmento de la tierra, una pieza de la historia geológica que tardó millones de años en formarse. Combinada con los 150 años de savoir-faire de la Manufactura, cada pieza se convierte en un diálogo entre la naturaleza y la artesanía, la permanencia y el movimiento, la eternidad y el fugaz tictac del segundero.
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